domingo, 21 de septiembre de 2008

La vida de la pila comienza en las industrias de las empresas fabricantes. Para que éstas lleguen a los consumidores es necesaria la colaboración de los distribuidores (que las transportan a los puntos de venta) y de los comercios (que las venden directamente a los usuarios). Los consumidores las utilizan en diversos aparatos eléctricos hasta que se gastan. Una vez terminan de ser útiles, comienza el problema de la contaminación, ya que si se mezclan con el resto de basura o se tiran en cualquier sitio, pueden producir diversos problemas al medio ambiente.Los efectos de los metales que contienen las pilas son muy variados. Por ejemplo, los del cadmio son los siguientes: el organismo humano puede asimilar el 6 % de la dosis que absorbe, el resto puede acumularse en los riñones a lo largo de toda la vida, lo que puede producir lesiones graves e irreversibles.
El mercurio es el metal pesado contaminante más extendido en todo el planeta. Transformado por ciertas bacterias y en condiciones favorables, se puede convertir en un elemento muy tóxico, tanto para el hombre (puede llevarle al coma y a la muerte) como para el resto de seres vivos. Las pilas botón son las que contienen un índice mayor. Una sola de estas pilas puede llegar a contaminar hasta 600.000 litros de agua. En cuanto al plomo, su intoxicación produce en el hombre hipertensión, vómitos y náuseas.
Por eso es necesario el reciclaje de las mismas. En todas las ciudades españolas existen mecanismos para la recogida selectiva de pilas. La Secretaría de Estado de Medio Abiente coordina la recogida de las mismas a través de comercios y contenedores callejeros. En Madrid existe un centro de almacenaje en San Fernando de Henares. Allí se mantienen hasta que se trasladan a una planta de clasificación y posteriormente a una de tratamiento. Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente recomienda utilizar pilas recargables, que pueden ser utilizadas hasta 500 veces.
La fabricación y el consumo de las pilas tienen una serie de repercusiones en el medio ambiente, que pueden resumirse principalmente en dos: el deterioro producido por la toxicidad de sus componentes y el agotamiento progresivo de las materias primas que se utilizan en su fabricación. Todas las pilas contienen una cantidad determinada de metales pesados, como el cadmio, el mercurio y el plomo, que representan un peligro potencial para la salud de las personas y para la conservación del medio ambiente.
Cada año se usan miles de millones de pilas en todo el mundo. La mayoría provienen de relojes, de radios, de máquinas de afeitar y de juguetes y su fabricación requiere mucha más energía que la que producirá.

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